martes, 27 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 9

Y caminé hasta el baño a vomitar no se que. Algo que comí, tomé, fumé. Su color es un rojo fuerte. Parece sangre. Pero en mi garganta no hay si quiera un rasgo de gusto de sangre. Más bien sabe a vino picado, malo y barato.

Me senté en mi sillón de los años coloniales y prendí la televisión buscando inspiración para matar o morir o ya no se que tipo de inspiración necesito. Había una película que siempre llamó mi atención más de lo habitual.

Cambio.

Ahora un programa de chimentos. Vomito, no paro de hacerlo por unos segundos.

Cambio.

Un dibujo animado de mi infancia. Recuerdo a mis amigos y sus miedos. Recuerdo a mis mascotas y su sin razón para vivir pero se alimentaban gracias a mi madre y que, a cada momento, me repetía que tenía que aprender a hacerme cargo de las cosas Vomito más de un minuto.

Cambio.
Cambio.
Cambio.

Aparece la misma película.

Cambio.

No aguanto la repulsión del zapping. Se me revuelve el estómago. Vomito a más no poder. Siento que la realidad está tan bien representada en la televisión. Mi realidad está muy bien representada. Mi vida es cambiar y cambiar. Recordar y recordar. Mi vida es repulsiva, mi vida es un zapping.
Mi vida está para que todos la miren, para que hagan de ella lo que quieran. Mi vida es televisada. Mi vida es eso. Nada, como la televisión, ¿acaso Dios hizo la televisión para mostrarnos como vivir?, ¿acaso la televisión es Dios? Entro en pánico. Un pánico difícil de explicar pero me siento observado. Vigilado. Me siguen. Veo sombras. No puedo más. Cambio y vuelvo a vomitar.

Cambio.

Vomito tres veces más y pierdo las fuerzas. Siento que ya no puedo más poco a poco me despego, el tiempo ya no es tiempo, los segundos son eternos. Se descomponen. Mis huesos pierdan peso, no soy más q un pedazo de carne, un ente que ya no es liviano, étereo.
Las pastillas hicieron desde hace un par de horas (o días) que mis palabras pierdan cada una de las sílabas. Se van, se apagan.... Vomito mi última palabra.
Cambio y apago.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 8

Apoyo mis pies acalambrados al costado de la cama. Cinco, diez, quince minutos, mi cabeza entre mis manos entrelazadas, levantarme es casi un sacrificio. Camino haciéndome espacio entre pilas de ropa, cajas y quien sabe qué cosas qué en algún momento habrán ido a parar ahí, ya no importa levantarlas ¿para qué? Sólo será un detalle más del paisaje nefasto que verá el que me encuentre. El que me vea por primera vez después del final. ¿Quién será? Tantas miradas en esta vida sin vida, tantas que habrán querido ver mi fin cercano ¿Quién tendrá ese placer? Papá y su altanería, siempre desde arriba, aún cuando después de los 18 lo pasé por varios centímetros. Nunca estuve a su altura., nunca fui suficiente. Ella …ella y su mirada calidad, tan perfecta que a veces duele verla, ella y sus ojos cálidos, esa pena constante al verme, esa necesidad de salvarme, para salvarse. Mi jefe y su soberbia , su agresión, su necesidad de verme como un inferior para sentirse superior, de denigrarme para que sus triste y pequeña vida tuviera algún sentido.

Ese bastardo estaría feliz de verme vencido.

Sacudo mis pensamientos y con la mano limpio un poco el espejo y de frente me miro, todo se me viene de pronto, el vestido negro, las gardenias y esos ojos negros y opacos…siento que contorneo su cintura, la dibujo en la nada y la siento por un instante presente,esa mirada que por un instante sostuvimos, por una vez sentí que me correspondía, que en este mundo eramos oprimidos, estábamos juntos en el margen de esa realidad perfectamente diseñada, de la que escapábamos aunque noi quisiéramos. Intento abrazarla, pero es inútil. Mi baño otra vez, la luz blanca, el olor rancio y algo más que perdí por no saber conseguirlo.

No importa quién sea el que me encuentre, ninguno se va a sorprender demasiado. Si muero ellos van a vivir.

Nota al pie (de la letra):
Este día fue escrito, de manera bella, por una escritora pagana de estas tierras cordobesas. Gracias estimada por participar y ser parte.

martes, 13 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 7

Llueve. Hace cinco días que no para de llover. La rutina de los días de lluvia hace cayos en mi cuerpo. Llueve. Ya no se que hacer. Mi mente no me permite volver al día exacto que comencé a pensar que historia quería escribir. Llueve y ninguna gota refleja la vida de las personas. Ninguna gota moja a un ser insípido que se deja inundar buscando ahogarse con su propia saliva. Todos corren, todos van. Y yo acá, muriendo para volver a vivir. Viviendo para poder morir. Hace días que no se me ocurre más que palabras sueltas:

muerte – miedo – negro – blanco – flash – oscuro – televisión -dinero - realidad - ficción – yo - él

Tendría que afeitarme. No encuentro mi cara en el espejo. No recuerdo mi cara. No se como soy en realidad ¿Soy en realidad? Y comienzo a recorrerme y recordarme ¿Quién era cuando niño? Solo jugaba solo ¿Nací? sin esencia ni perspectiva de vida. Todos nacemos así. Luego proyectamos. Y yo quise ser bombero, jardinero, jugador de fútbol y escritor. Creo que si hubiese sido bombero podría haber muerto en algún hito heroico y ya sería parte de algún libro de historia o alguna novela. Podría haber escrito un libro igual.

Y aparecen más palabras sueltas, tres, cuatro, cinco...ya perdí la cuenta. Necesito conectores :Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis..30. Treinta pastillas y un whisky malo de supermarket de estación de servicio. Y duermo, hasta no se cuando....duermo.

martes, 6 de octubre de 2009

Luz, solo luz...


.......y será que su voz llegó hasta el sol......


Favor de cerrar los ojos y dejarse llevar por la letra, melodía y voz


lunes, 5 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día seis

Desperté luego de un sueño extraño: estaba en las oficinas de una empresa muy oscura; no podía distinguir en qué lugar de la ciudad estaba. Su nombre era “finish live”, lo había leído en los clasificados. Alguien hacía muchas preguntas y no me dejaba hablar. Creo que, por esto, mi día se hizo pesado. Estaba perturbado, agotado de pensar a quien matar.

Y comencé a buscar palabras, o asesinos, en mis cajones, en mis bolsillos. Me llamó la atención un saco azul, que compre en una barata de ropa usada en Barrio Guemes hace como tres años, tirado al fondo del placard. Está muy sucio, con olor a comida para polillas. Revisé en sus bolsillos y encontré un ticket de un bar con una anotación en su dorso que decía “palabras, ¿dónde están?” y me puse a pensar...


Y me pregunte dónde estoy yo ahora. Simplemente estoy perdido, perdí todo lo que pensé que tenía. Ahora estoy desorientado: no se si hay norte o sur, este u oeste. El viento sopla de algún lugar, pero no lo puedo sentir. No siento mis pasos, no siento mis manos, no siento mi piel. No es la mía, es la de otro. Alguien que fui, que nunca quise volver a ver, pero lo vi en el espejo y en mis palabras. Malditas palabras, llenas de alquitrán. Contaminadas de insensibilidad; esas que se dicen sin pensar, sin sentir que pueden tener fantasmas.
A veces me pregunto por qué salen y no lo entiendo. Como que no pensaras que las vas a decir, pero las decís. Va más allá de uno, no son propias pero se hacen propias con la articulación de las cuerdas vocales y el soplido de los labios.

Palabras de doble filo, palabras que lastiman. Son peores que más de cien cachetadas juntas, ahondan en lo más profundo del ser. No hay vuelta atrás. No hay un pasado que pueda remediarlas. Palabras, malditas palabras envenenadas, cual serpiente de gas.


Y el gas ya complota con mi cuerpo y mi bolsillo. La cuenta llegó como si fuera invierno en el polo sur, o norte. No se como pagaré tantos gastos, tantas cuentas: luz, gas, agua...vida. El dinero, ¿qué es el dinero? Eso, si si, eso y nada más que eso. Tengo que escribir para pagar mis cuentas y mi vida. Tengo que encontrar la tragedia. En la tragedia y el morbo está la ganancia visceral de este mundo despiadado. La tragedia es la bala que consume al consumista y sentirse consumido pero feliz, feliz por ser parte del consumo. Y todos consumimos: el consumidor, el que fala, el que camina por la línea mientras las “esnifa”, el que come, el que bebe, el que se viste...yo. Hace poco compré un saco en Guemes y en el bolsillo había un papel...y una nota que decía “ahí están”.