martes, 10 de noviembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 10 y medio

Esas palabras, ya las he leído alguna vez. Las he visto por ahí. No sabe donde. Y en cada piso hay alguien sentado. Y unas moscas le vuelvan encima de la cabeza. Tiene puesto un sobretodo y siente mucho calor, transpira. Parece que quiere escribir o intenta hacerlo. No se ve muy bien. En todos los pisos está la misma persona. Hasta que siente un ruido muy fuerte y su cara pega contra un espejo. Y se puede ver y las moscas ya no vuelan más. Siente todos sus huesos rotos. Cada uno de sus ligamentos cortados. Su corazón bombea cada vez menos y sus pupilas se dilatan a cada segundo. Agarra el espejo para poder recordar su cara y saber quien fue. Saberse violador o un vecino maloliente. Saberse un padre, una madre, o la mejor novia. Acerca el espejo con su mano derecha.


Los espejos siempre demuestran que uno está ahí, solo ahí. Una replica de la realidad. La verdad. Esa imagen. Esa que ha sido su aliada de siempre; y mira que en su frente hay un papel doblado al medio. Lo saca con su mano y lo lee: dice “yo”….¿y ahora? Las pulsaciones se levantan, las pupilas quedan duras. Y comienzan a caer los cuerpos desde los edificios. Cada uno con su palabra en la frente. Son ocho, nueve, diez. No puedo respirar. Los pulmones se llenan de sangre. Alguien se acerca de a poco a su cuerpo inmóvil. Tiene un sobretodo puesto, transpira y unas moscas le vuelan por su cabeza. Acerca su rostro y sonríe. Sabe que ha triunfado. Sabe que ha matado a la persona correcta. Sabe que su mente fue superior y pudo lograr matar a la persona exacta, única. A cada una de esas personas, a todos. A una, a él...a vos...a mí.

Y esa mente, con la visión de los espejos que siempre (de)muestran y (de)forman lo que uno quiere ver, a veces no vemos que esa realidad no es la verdad, y esa verdad es nuestro modo de vida. Los fabricantes de espejo, pienso mientras me levanto del suelo, ya deben de tener ciertos intereses para construir su realidad como verdadera. Solo queda vomitar y volver a cambiar, una y otra vez, hasta encontrar nuestro reflejo.

Y seguí caminando por ahí…otra vez sin saber que escribir. Solo se que los espejos me lo irán a reflejar...o no.

Fin

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 10 -parte uno-

Ya no sentía nada. Mi cuerpo era tan diáfano. No formaba sombra alguna. Una pluma eran diez mil quilos de hierro. Ya no sentía nada. Solo podía mirar en el espejo mi cara. Desdichada, fútil, impropia de la realidad. Solo miraba en el espejo todos los momentos que pasaron hasta hoy, vaya a saber el día que es. Solo miraba miles de moscas volando arriba de mi pelo. Solo miraba en el espejo el fin, y el comienzo, de esto que soy hoy: nada.

Mis pies ya no sabían para donde ir, estaban acostados sobre dos pantuflas que eran propiedad de alguien. Las encontré en el pasillo de mi edificio. Hacía más de cinco días que estaban en el basurero. Eran de mi talla y se vinieron conmigo. Mis pies ahí estaban, en el lugar de otra persona. Vestidos con la ropa de otros pies, reflejándose en el espejo. El espejo dice más de lo que uno puede pensar. Nos muestra que hay detrás de nosotros. Nos muestra mirando para atrás, nos muestra en la posición inversa. Nos muestra que somos: a nosotros. Me muestra a mí. Pálido, sin aire. Sin color alguno en mi piel. Hace días que no salgo de estas cuatro paredes (o cinco, o seis). He desvariado más de la cuenta, ya no se si es ficción o es realidad ¿Quién soy? ¿Soy de verdad? ¿Puedo respirar? ¿Soy el personaje que estaba buscando? ¿Al fin lo encontré? ¿Soy de ficción? Si, si. Soy una creación de mi propia mente. Soy una creación de todo esto, de cada uno de nosotros, de todos. Si, soy de ficción. Yo no soy así. Yo tengo un nombre y familia. Soy una persona como todas. Como, corro, camino, duermo, vivo, respiro. Soy parte de este cuento. Soy una creación de mi razón. Yo no soy. Él debe ser el personaje que siempre busqué. Yo estoy acá, escribiendo desde acá. Al fin te encontré. Lo siento, sos vos...soy yo.

Subo todas las escaleras de mi mente, como el cuadro de Escher. Llego hasta el fin, llego a la terraza. Siento el aire en mi piel, mejor dicho él siente el aire en la piel. Le hace mal, lo corrompe. Lo intoxica el aire que los demás respiran. Tiene puesto un sobretodo gris. Siento calor, mejor dicho él siente calor. Transpira y quiere respirar pero le da asco el olor a toda la ciudad. Vomita.
Comienza a caminar por la cornisa. Me siento el mejor equilibrista, el que mantiene el equilibrio más tiempo. He caminado con los cordones desatados por miles de cornisas; mejor dicho, él camina.

Falta poco, ya falta poco. La noche se acerca y aparecen diez personas en el lugar. Mis padres y su mirada altiva. Mi vecino vomitivo. El violador desquiciado. Todos con un cartel en su frente con palabras:

muerte – miedo – negro – blanco – flash – oscuro – televisión -dinero - realidad - ficción – yo - él


martes, 27 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 9

Y caminé hasta el baño a vomitar no se que. Algo que comí, tomé, fumé. Su color es un rojo fuerte. Parece sangre. Pero en mi garganta no hay si quiera un rasgo de gusto de sangre. Más bien sabe a vino picado, malo y barato.

Me senté en mi sillón de los años coloniales y prendí la televisión buscando inspiración para matar o morir o ya no se que tipo de inspiración necesito. Había una película que siempre llamó mi atención más de lo habitual.

Cambio.

Ahora un programa de chimentos. Vomito, no paro de hacerlo por unos segundos.

Cambio.

Un dibujo animado de mi infancia. Recuerdo a mis amigos y sus miedos. Recuerdo a mis mascotas y su sin razón para vivir pero se alimentaban gracias a mi madre y que, a cada momento, me repetía que tenía que aprender a hacerme cargo de las cosas Vomito más de un minuto.

Cambio.
Cambio.
Cambio.

Aparece la misma película.

Cambio.

No aguanto la repulsión del zapping. Se me revuelve el estómago. Vomito a más no poder. Siento que la realidad está tan bien representada en la televisión. Mi realidad está muy bien representada. Mi vida es cambiar y cambiar. Recordar y recordar. Mi vida es repulsiva, mi vida es un zapping.
Mi vida está para que todos la miren, para que hagan de ella lo que quieran. Mi vida es televisada. Mi vida es eso. Nada, como la televisión, ¿acaso Dios hizo la televisión para mostrarnos como vivir?, ¿acaso la televisión es Dios? Entro en pánico. Un pánico difícil de explicar pero me siento observado. Vigilado. Me siguen. Veo sombras. No puedo más. Cambio y vuelvo a vomitar.

Cambio.

Vomito tres veces más y pierdo las fuerzas. Siento que ya no puedo más poco a poco me despego, el tiempo ya no es tiempo, los segundos son eternos. Se descomponen. Mis huesos pierdan peso, no soy más q un pedazo de carne, un ente que ya no es liviano, étereo.
Las pastillas hicieron desde hace un par de horas (o días) que mis palabras pierdan cada una de las sílabas. Se van, se apagan.... Vomito mi última palabra.
Cambio y apago.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 8

Apoyo mis pies acalambrados al costado de la cama. Cinco, diez, quince minutos, mi cabeza entre mis manos entrelazadas, levantarme es casi un sacrificio. Camino haciéndome espacio entre pilas de ropa, cajas y quien sabe qué cosas qué en algún momento habrán ido a parar ahí, ya no importa levantarlas ¿para qué? Sólo será un detalle más del paisaje nefasto que verá el que me encuentre. El que me vea por primera vez después del final. ¿Quién será? Tantas miradas en esta vida sin vida, tantas que habrán querido ver mi fin cercano ¿Quién tendrá ese placer? Papá y su altanería, siempre desde arriba, aún cuando después de los 18 lo pasé por varios centímetros. Nunca estuve a su altura., nunca fui suficiente. Ella …ella y su mirada calidad, tan perfecta que a veces duele verla, ella y sus ojos cálidos, esa pena constante al verme, esa necesidad de salvarme, para salvarse. Mi jefe y su soberbia , su agresión, su necesidad de verme como un inferior para sentirse superior, de denigrarme para que sus triste y pequeña vida tuviera algún sentido.

Ese bastardo estaría feliz de verme vencido.

Sacudo mis pensamientos y con la mano limpio un poco el espejo y de frente me miro, todo se me viene de pronto, el vestido negro, las gardenias y esos ojos negros y opacos…siento que contorneo su cintura, la dibujo en la nada y la siento por un instante presente,esa mirada que por un instante sostuvimos, por una vez sentí que me correspondía, que en este mundo eramos oprimidos, estábamos juntos en el margen de esa realidad perfectamente diseñada, de la que escapábamos aunque noi quisiéramos. Intento abrazarla, pero es inútil. Mi baño otra vez, la luz blanca, el olor rancio y algo más que perdí por no saber conseguirlo.

No importa quién sea el que me encuentre, ninguno se va a sorprender demasiado. Si muero ellos van a vivir.

Nota al pie (de la letra):
Este día fue escrito, de manera bella, por una escritora pagana de estas tierras cordobesas. Gracias estimada por participar y ser parte.

martes, 13 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 7

Llueve. Hace cinco días que no para de llover. La rutina de los días de lluvia hace cayos en mi cuerpo. Llueve. Ya no se que hacer. Mi mente no me permite volver al día exacto que comencé a pensar que historia quería escribir. Llueve y ninguna gota refleja la vida de las personas. Ninguna gota moja a un ser insípido que se deja inundar buscando ahogarse con su propia saliva. Todos corren, todos van. Y yo acá, muriendo para volver a vivir. Viviendo para poder morir. Hace días que no se me ocurre más que palabras sueltas:

muerte – miedo – negro – blanco – flash – oscuro – televisión -dinero - realidad - ficción – yo - él

Tendría que afeitarme. No encuentro mi cara en el espejo. No recuerdo mi cara. No se como soy en realidad ¿Soy en realidad? Y comienzo a recorrerme y recordarme ¿Quién era cuando niño? Solo jugaba solo ¿Nací? sin esencia ni perspectiva de vida. Todos nacemos así. Luego proyectamos. Y yo quise ser bombero, jardinero, jugador de fútbol y escritor. Creo que si hubiese sido bombero podría haber muerto en algún hito heroico y ya sería parte de algún libro de historia o alguna novela. Podría haber escrito un libro igual.

Y aparecen más palabras sueltas, tres, cuatro, cinco...ya perdí la cuenta. Necesito conectores :Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis..30. Treinta pastillas y un whisky malo de supermarket de estación de servicio. Y duermo, hasta no se cuando....duermo.

martes, 6 de octubre de 2009

Luz, solo luz...


.......y será que su voz llegó hasta el sol......


Favor de cerrar los ojos y dejarse llevar por la letra, melodía y voz


lunes, 5 de octubre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día seis

Desperté luego de un sueño extraño: estaba en las oficinas de una empresa muy oscura; no podía distinguir en qué lugar de la ciudad estaba. Su nombre era “finish live”, lo había leído en los clasificados. Alguien hacía muchas preguntas y no me dejaba hablar. Creo que, por esto, mi día se hizo pesado. Estaba perturbado, agotado de pensar a quien matar.

Y comencé a buscar palabras, o asesinos, en mis cajones, en mis bolsillos. Me llamó la atención un saco azul, que compre en una barata de ropa usada en Barrio Guemes hace como tres años, tirado al fondo del placard. Está muy sucio, con olor a comida para polillas. Revisé en sus bolsillos y encontré un ticket de un bar con una anotación en su dorso que decía “palabras, ¿dónde están?” y me puse a pensar...


Y me pregunte dónde estoy yo ahora. Simplemente estoy perdido, perdí todo lo que pensé que tenía. Ahora estoy desorientado: no se si hay norte o sur, este u oeste. El viento sopla de algún lugar, pero no lo puedo sentir. No siento mis pasos, no siento mis manos, no siento mi piel. No es la mía, es la de otro. Alguien que fui, que nunca quise volver a ver, pero lo vi en el espejo y en mis palabras. Malditas palabras, llenas de alquitrán. Contaminadas de insensibilidad; esas que se dicen sin pensar, sin sentir que pueden tener fantasmas.
A veces me pregunto por qué salen y no lo entiendo. Como que no pensaras que las vas a decir, pero las decís. Va más allá de uno, no son propias pero se hacen propias con la articulación de las cuerdas vocales y el soplido de los labios.

Palabras de doble filo, palabras que lastiman. Son peores que más de cien cachetadas juntas, ahondan en lo más profundo del ser. No hay vuelta atrás. No hay un pasado que pueda remediarlas. Palabras, malditas palabras envenenadas, cual serpiente de gas.


Y el gas ya complota con mi cuerpo y mi bolsillo. La cuenta llegó como si fuera invierno en el polo sur, o norte. No se como pagaré tantos gastos, tantas cuentas: luz, gas, agua...vida. El dinero, ¿qué es el dinero? Eso, si si, eso y nada más que eso. Tengo que escribir para pagar mis cuentas y mi vida. Tengo que encontrar la tragedia. En la tragedia y el morbo está la ganancia visceral de este mundo despiadado. La tragedia es la bala que consume al consumista y sentirse consumido pero feliz, feliz por ser parte del consumo. Y todos consumimos: el consumidor, el que fala, el que camina por la línea mientras las “esnifa”, el que come, el que bebe, el que se viste...yo. Hace poco compré un saco en Guemes y en el bolsillo había un papel...y una nota que decía “ahí están”.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día cinco

Es este día, quiero cambiar. Caminando por la calle principal sentí algo que nunca había sentido ni se parecía a la última sensación y mis fuertes latidos de corazón. Fue aquella noche en el baile de los viernes, cuando hablé con la rubia vestida de negro. Ese día sentí algo raro: trabajo hasta tarde en las oficinas del Supermercado de la cuadra, soy el encargado de ventas del sector jardinería. Todos los días es discutir con cientos de señoras y señoras por que “la semilla no crece”; “el plantín se pudre antes de tiempo”; todo lo mismo, siempre igual. La misma ropa (pantalón rojo y camisa blanca; el gorro y la corbata haciendo juegos con el pantalón: en composé), el mismo corte de pelos; hacía desde que tengo uso de razón que me cortaba el pelo cual militar “para dar una imagen de fortaleza” repetía papá.

¿Quién eres?, ¿acaso me buscas por algo?, ¿Soy yo? ¿Por qué vienes a mí? No tengo respuestas más que monosílabos insensatos. “Si”, “No” ¿qué quieres de mí? ¡Déjame! Solo quiero escribir. Hace cinco días que como arroz con semillas de girasol ¿Qué quieres cambiar?, ¿para qué? Eres feliz, tienes trabajo, hablas con personas de todo sexo y edad ¡Vete! No quiero verte ni sentir tus quejas. Estoy sudando frío, ¿no ves? Ya estoy nervioso, no quiero que hables a mí espaldas. Dime la verdad, ¿viniste a mí porque piensas que tienes una vida perdida? ¿Viste mi clasificado en el diario?, ¿te crees tan importante para morir aquí? ¡Por favor!, mírate: estás vestido con un traje de payaso de circo sin ciudad para visitar. No sirves para morir, estás hecho de carne y huesos, y tus sentimientos se ven en la retina de tus ojos, ¿no ves? Estas enamorado joder, amas a no se quien ¿A la chica rubia que te pidió que la aconsejaras con sus flores? Querías regalarle la florería y no te animabas ¿Acaso quieres morir por que estas amando y quieres morirte con ese sentimiento?, ¿tienes miedo a que te rechace? ¿no eres nada?, ¿no tienes casa, ni nadie te extraña en tu casa con escalera al techo? Vamos hijo, vete a dormir que es tarde, tienes mucho que hacer mañana.

martes, 22 de septiembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día cuatro

Pienso en ella. En aquella mujer que, con su perfume, cambió mis olores. Cambió mis huesos de lugar, cambió el color de mi piel. Por ella vivo, por ella respiro. Si no fuera por ella, ya hubiese muerto. Mucho antes de pensar en que escribir en esta noche. Llevo cuatro días intentándolo. Es culpa de ella: si no hago otra cosa que pensar en su cara, sus manos, su olor. Hay! ¿Por qué el amor vuelve tan idiota a la gente? No me deja caminar. Pienso en ella. Mi amada. Bienaventurada, hermosa, única. ¡Díos! Puede ser la inocente. No, no lo puedo permitir ¡Maldito seas! ¿Dónde estás?


Siento ruidos. Alguien viene por mi ¿Será ella? Siento su olor. Ese olor a jazmines. Dios, eres tu. Llegas para darme vida. Llegas para que deje de pensar. Llegas para hacer que entienda. Llegas para llegar, para que deje de escribir, para que esté pendiente de tus movimientos, de tus palabras. Llegas para molestarme. Para interponerte en mi camino, en mi historia, en mi vida. No sirvo, no quiero, no puedo. No, no quiero ¡Vete! No quiero ver tu cara. Esa cara que me desvela y no me deja dormir. Te odio. Te odio más que a mí. Por ti soy lo que soy. Un idiota pensando en morir. Por ti soy lo que soy. Tengo ganas de acabar con tu vida. Tengo ganas de verte morir. Tengo ganas de verme morir. Verme morir. Ya me canse de verme al espejo y ver la misma cara. Si te mato, me muero. Si dejas de respirar, podré al fin vivir en paz. Podré al fin respirar.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día tres

Dios quiere algo para mi. Lo siento, lo presiento ¿Por qué no esperar un tiempo más? Hay personas peores que yo: el maldito asesino de esa pequeña niña; el político corrupto, que es más asesino que ninguna otra persona; el vecino, con su ronquido dominical. Lo único que logra es que necesite matarlo para poder dormir. Asco me da cruzarlo en el ascensor. Con ese aroma a vómito. ¡Por dios! ¿Acaso él no merece morir?

Morir para matarme. Matar para morirme. Siempre me pregunto quién soy, para que he nacido alguna vez. Si sirvo para algo. Creo que no. Ni para respirar, la alergia me mata. No respiro como las personas normales ¿Caminar? Siempre termino con mis ligamentos rotos. Mis extremidades inferiores no dan más. Quieren irse ya. El problema, es que ellas no se pueden liberar por si solas. Nacieron, crecieron y se desarrollaron en mis días dorados. No pueden vivir sin mi. No serían más que carne pudriéndose en algún sector. Quizá sea mejor así ¿Llegará lejos mi mano? ¿Hasta dónde llegará mi pie? Tal vez sea lo mejor que hagan en su vida. Separarse para irse algunos metros de mi cuerpo. Sería lo más glorioso. Morir a pocos metros de su mentor. Un mentor bueno para nada. Los dejaré libres. Así pueden pudrirse sintiéndose únicas. Dejaré un recado, cuando muera, para asegurarme de que vayan a un mejor lugar ¿Qué más puedo hacer por ellas? Fueron mis fieles amigas.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día dos

Tengo que dormir. Hace días que no cierro los ojos. Todo me despierta. Cualquier ruido, sonido. Todo, lo más mínimo. Un mosquito volando, me vuelve loco con su aleteo continuo. Quiero dormir para siempre. Que nada me despierte. Es el momento. El punto exacto. Hay que morir. Morir para poder matarme. Tan solo morir, fallecer. Es simple: dejo de respirar por unos minutos; o corto los cables que unen mi cuerpo. En las muñecas es el mejor lugar. Es fácil. Tengo que servir para algo. No soy tan inservible. Por algo he vivido este tiempo. Algo debo saber hacer. No tengo que fallar. Si muero, mueren violadores, alcohólicos, gente que no ve más allá de su nariz. Que les importa más el dinero que respirar. Si muero, mueren.

La lluvia no para. Quizá alguien esté llorando por mi. Voy a dejar de existir, voy a volver a vivir. Naceré en algún otro lugar. Quizá la lluvia sean mensajes del cielo. Dicen que no hay lugar como arriba. No llegué más lejos que la terraza del edificio. Estuve cerca y lo único que sentí: vértigo. Quizá Díos este llorando porque sabe que voy para allá. No debe de ser mi lugar. Soy solo barro, estoy hecho de putrefacciones baratas. De esas que se encuentran por ahí, en cualquier lugar.

lunes, 31 de agosto de 2009

Crónica y delirios de un escritor


Día Uno

No se que voy a escribir. Intenté ponerme, darme manija con una historia pero, acá me ven, tirado en un rincón mientras la lluvia rebota en mi frente. Las gotas caen desde un agujero en el techo. Sudo frío. Insinúo miedo a la oscuridad. Está siempre en mí. Un corazón apagado. Tan apagado que me da nauseas de solo pensar en algo lleno de nervios, que bombea sangre cada vez que respiro. Sigue lloviendo ¡Qué olor a humedad! Es el mismo olor que siento todos los días: viene de mis huesos.


¡Que locura! No entiendo nada más. Quizá el mundo quiera esto para mí. Partido al medio por una estaca burda de madera. Mis manos sangrando barro. Estoy partido a la mitad. No se si es de noche o de día. Siento frío. Debe de ser invierno. Buena época para salir a matar. O matarme.


Camino por mi mente buscando a una persona gris, opaca, con menos ganas de vivir que yo. Es la indicada para morir. Le voy a hacer un favor matándola. Algún borracho que no hace otra cosa que pasarse la vida nadando entre alcoholes. O alguien que no encuentra lugar en la tierra ¡Si! Es la única forma de contar una historia. Poder escribir. Matando o matándome.


Tantas sonrisas tengo en la memoria ¡Hay, salgan de mi ser! Busco a personas sin perspectivas más allá de la nariz. Que solo le importe cuantas botellas tomar o secuestrar para violar y luego matar. No tengo que dejar que lo hagan. Tengo que encontrarla antes. Con solo pensar que va introducir semen en el cuerpo de una inocente me da asco. Tiene que morir. Tengo que encontrarlo. No puedo ver más sonrisas. No puedo darme ese lujo.


Siento miedo, mucho miedo. Es invierno. El frío hace que sea vulnerable. Me pueden matar. Con solo apretar el gatillo de su arma oxidada, muero; caigo derrotado como el peor de las escorias humanas. Sin planificación: muero. ¿No es lo que estoy buscando? Morir como una opción de historia. Como opción de vida. Morir para luego contar como muero.


El barro inunda la habitación colonial. Esos edificios viejos. Llenos de historia. Qué lástima. En la ventana baila una gota. Comienza en el extremo más alto y luego baja sin nada en que pensar y vivir. Qué fácil. Tan solo es eso: 50 centímetros de vida. Nace en el marco y termina muriendo en mi mano, o en el piso, o en mi zapato. Tantas cosas nacen para morir en poco tiempo. Uno quiere vivir poco, para luego morir por más tiempo.


Empiezan a aparecer arañas, hormigas, langostas. Insectos que no saben que están vivos, que no manejan su vida. Cualquier persona, si se decide a pisarlos, les termina la vida, su vuelo, su construcción en pocos segundos. Es un momento. Pensar que en la vida del hombre pasa lo mismo. Hay gente que en un momento pueden terminar con la vida de otra. Con solo hacer un movimiento. En un punto exacto. Eso es lo que quiero (y busco)...matar o morir.

lunes, 6 de julio de 2009

Andamios




Suena el teléfono. Atiendo. Una voz quebrada, asustada del otro lado. Algo anda mal. Algo se desacomodó. El aire corta. Está muy cerca el sol y quema. Quema mi piel. Quema a la voz temblorosa.


Y mis palabras son de aliento. De realidad. De tranquilidad impropia. Pero lo son. Me escondo detrás de ellas y soy reláx para los oídos aturdidos. Robo una sonrisa, está mejor. Algo (vuelve) a cambiar: "tranquilo, tranquilo"; y respira; y se despide con una paz difrazada pero con el corazón volviendo a marcar el tiempo.


Y siento que cumplí con la tarea. He sido un andamio (otra vez). Y comienzo a pensar: y pienso, y pienso, y pienso y algo comienza a cortarme. Tengo miedo. Me transpiran las manos , quiero irme (o volver). Mis ojos miran sin mirar un punto dibujado en la pared de la habitación. No se qué decirme, no me puedo tranquilizar. Y mi cuerpo no para. Se desacomodó y mi alma otra vez...¿y ahora?


.................(buscando un andamio por ahí).......................

sábado, 4 de julio de 2009

Somos



Y soy latinoamericano. Mi sangre es de esta tierra. Corre, une, ama. Desde Usuahia, hasta Maracaibo. Soy latinoamericano. Soy joven, hace poco que estoy en este mundo. Madre naturaleza que vives en mí, somos lo mismo. Y te veo en los ojos de todos, de cada uno de nosotros. Somos latinos. Somos Sudamérica. La Colombia. Las tierras de Tupác Amarú. De los Guor, de los Incas, del Machu Pichu.


Somos sufrimiento, somos nadie. Somos de esta tierra. Somos Artigas. Somos Belgrano. Somos patria. Somos lágrimas, llenando ríos, lagunas, cascadas. Somos pluma, somos coya, somos piel curtida. Somos tierra. Lluvia, montañas. Camino por el camino del Inca. Miro las caras, la sangre caliente. Somos latinos. Somos uno. Somos copla, somos lamento. Somos dolor. Somos hermanos.


Somos latinos y voy buscando mi destino. Después de quinientos años, seguimos siendo. Somos pan. Somos oro, plata. Somos Potosí. Esa entrañas dolidas, desvastadas. Y escucho la voz, la voz del pueblo, la canción del altiplano, de la patagónica, de Cuzco, Medellín, de las murgas uruguayas. La voz de los sin voz. Y vos y yo y todos. Somos latinoamericanos. Mi raíz es de aquí. De la pampa, del ombú y de los “tierra adentro”.


Acaricio el cielo. Caminando entre Hogiggins y San Martín, Bolívar viene y va. Siente desazón. Somos latinoamericanos, ¿y qué? Somos hermanos. Somos libres. Somos América, somos profunda.


Somos América. Somos reales. Somos realidad. Somos pasado, somos presente, somos futuro. Somos dudas, somos preguntas. Somos soluciones. Somos color, somos carnaval. Somos valiente. Somos sabios. Somos muerte, somos vida. Somos respiro, somos aire, somos oxigenación. Somos conexión. Somos grito, somos silencio. Somos...somos...somos...somos....y seguiremos siendo.

martes, 30 de junio de 2009

Madre


Raíces, echar raíces. Ser raíz de la tierra. Tierra pura y sabia. Llena de amor y de esperanza. Naturaleza viva, naturaleza nuestra. Naturaleza que nos enseña, y nos dicta, que hacer y que no hacer. Pero no hacemos lo que hacer y hacemos los que no hacer.

Aires propio de los que no conocen sus bondades. Árboles cansados ya de respirar. Montañas, hartas de ser refugio de inadaptados. y la lluvia...

La lluvia cae y nadie sabe a donde va a encontrarnos. Y corremos como si fueran balas de salva, de muerte, de guerra. Es agua, es vida, es amor, es caricia. Solo hay que levantar la cara y sentir como moja nuestra piel, nuestro cuerpo, nuestra alma. Lluvia, bienaventurada. Lluvia que lava (¡y cuánto lava!). Lluvia que moja. Lluvia que seca las lágrimas. Lluvia, gotas de alegría. Lluvia, ilusión de un por-venir amarillo. Luvia, lágrimas de felicidad para la naturaleza.

Madre. Madre de todas las madres. Pan, vino. Fruto de lo mortal. Luz en la oscuridad atrapante. Madre verde; calma como el capullo diurno de una flor que florece a la hora de la luz. Madre, cultivadora de sabias, de trigo. Semilla de cuerpos. Te siento tan lejos y me sientes tan cerca. Madre, estás siempre ahí con tus partes, con tu todo.

Aires, ríos, montañas, lluvia, nubes, árboles. Exactitud impropia para los tiempos que corren. Bella en silencio infinito. Madre, lejos y cerca. Fría y caliente. Madre, ahí estás: (aunque te vas) dando vida a pesar de todo.

lunes, 29 de junio de 2009

Algo (o algún Cronopio volando por ahí)


Cierro los ojos y te veo: sos la primera imagen que aparece delante de mí. Tiemblo, me muerdo las muelas, comienzo a volar por no se donde, pero vuelo. El aire está tibio, tan tibio que calienta mis pies cansados, aturdidos de tantos días pesados y noches sin querer. Noches que no son más que tres estrellas en el cielo y un par de personas caminando abrazadas bajo las luces de las farolas. Farolas que están inmóviles, con su color negro un poco gastado; en algunas se leen grafitos. Escritos de personas que pasan, y pasando quieren dejar su huella. No se dan cuenta, los lastiman, y ellos no quieren alumbrar más; cansados de los maltratos, se apagan, se esconden bajo su propia oscuridad. Tinieblas de desprecio; sin más duermen ahí, asustados por el mundo en donde les tocó alumbrar.

Y yo sigo volando, por ahí. No soy un extraño para estas estrellas, y para estas calles tampoco. A esta ciudad la conozco; no es como dicen por otros lados, más allá del mar. Aquellas ciudades de luces, de torres y puentes. Puentes que conectan lugares, cual venas al cuerpo. Cuerpo que no puede respirar en otros lugares, solo dónde sus pies nacieron y tiraron raíces, hasta formar piernas, caderas, vientre, pecho, brazos, manos, dedos; cuello, cabeza: pera, labios, nariz, ojos, frente, pelos y, entre ellos, dos orejas.

Es ahí, en ese lugar, que vive en libertad. Sin importar qué ni cuánto. Es ahí, en su lugar en donde debe de estar, no estará mejor en ningún lado, es su tierra, su cultivo, su fruto, su leche, su pan.

Siento un leve respiro en mis manos: es el aire. Aire que da de comer a millones de personas, los nutre de sabiduría, de ganas, de vida. Aire que nace en las hojas de los árboles; de esos mismos que decoran cada rincón, los veo desde aquí. Veo sus copas, sus ramas y sus frutos. Veo que da cobijo a miles de pájaros, palomas. Voladores como yo.

Animales sin culpa de ser animales. Seres tan seres como nosotros: comen, duermen, viven, viajan, tienen cría ¿qué los diferencia? ¿La razón? ¡Por favor!, ¿Acaso no vuelan a lugares mejores? ¿Acaso no buscan su comida? ¿Acaso no saben cuando el peligro está cerca? El ser racional no lo sabe, ¿presiente catástrofes? Las provoca, ¿Eso nos hace mejores que otros seres? Parecemos tontos mirándonos a un espejo, esperando que nos diga que somos los más bonitos del lugar. Narcisismo, le dicen por ahí. O por acá, acá nomás: en tu barrio, en tu cuadra, en casa, en tu lugar.

Y sigo volando, veo a dos personas discutiendo, una llora, da vueltas, mueve las manos, no para de gesticular con todo su cuerpo; hasta sus pensamientos gesticulan. Uno se puede dar cuenta de eso: no puede entender por qué, los busca por todos lados de su mente: momentos, recuerdos, satisfacciones, peleas, ¿fue aquel día? ¿Este otro? No encuentra explicación. Pide por favor, otra oportunidad para respirar, no la encuentra. Quiere morir, necesita morir, vivir en otro lugar, en otro cuerpo, cerrar los ojos y que sus ojos no se ahoguen en lágrimas. Necesita que la tierra lo tape, necesita, necesita que lo abracen para volver a vivir, revivir, sonreír. Risa que alivia aquello que ni un buen día puede soplar. Sonrisas. Eso es lo que necesita, pero…¡no! ¡no puedo vivir sin él o ella! Solo quiere dormir, que se lo lleven. Ir y venir ¡Que locura! No puedo seguir. No existe una escuela que te enseñe a vivir. No hay nada que enseñe los cómo, los dónde, los cuáles. Preguntas que uno nace, preguntas que siempre se hace: ¿por qué? Simplemente porque somos seres racionales, hasta la medula. Por que esperamos a que un espejo nos diga que somos nosotros, los mejores. Pero, no hay que despertarse de este sueño, somos y nada más somos.

A veces preguntar tanto, nos carga de tanto (y saber también) ¿para qué preguntar los por qué de todo? ¿Dónde nos sirven los cuales? ¿Acaso los cómo solucionan las cosas? Sabemos respirar, y con eso nos alcanza. ¿Qué hay más allá? ¿De nuestras piernas (están los pies), ¿de nuestras manos (están los dedos)? Ya lo sabremos. Por eso yo cierro los ojos, y sos lo primero que veo...y te espero...


Nota al pie (de la letra):

Julio César Cortazar. Sus Cronopios, su Rayuela. Aquél oso que viaja por los caños de agua. Aquellas Reglas para ponerse un pollover...o subir (o bajar) una escalera. Cortazar, viajando...volando...viviendo...fumando...mirando...contando...y va...y viene...

viernes, 26 de junio de 2009

Para mañana


Las piernas sufren los vientos de hoy, pero mañana es mejor, mañana es mejor, dijo Luis. Que frío hace en la ciudad, qué frías son las ráfagas de amor que no hay, pero mañana hará calor, mañana hará calor. Que difícil caminar en las veredas sin sol.

Hielo o fuego pasan y traspasan alrededor, me pasan, me quieren atrapar, te quieren atrapar. No abandones la calle, no te metas a algún reparo hoy, que ya viene mañana, camina hasta mañana. Camina hasta el mar, hasta las olas, y cuando empieces a ahogarte, nena, volá y no sientas la penumbra del mundo.

La playa oscura sin sol quedó atrás, dormite de este sueño y despertate a la eternidad, atravesá los muros de esta gran prisión, no creo que no puedas irte. Yo te veo venir desde acá, te espero desde acá, acompasado, bailando, soñando, loco, frío y solo. No creo que no puedas llegar.

Cuando la calle explote de frío me entenderás, y saldrás volando esquivando aviones y paracaidistas. Cuando llegues estarás inundada del mar en tus ojos. La calle oscura y fría ya quedó abajo, sin poder soportar un dolor más.

Difícil caminar, fácil volar. Aquí esperamos la brisa de primavera, cantando sin caer, esquivando aviones y paracaidistas. Siendo abstractas ilusiones y anhelos de alguna noche desesperada. Soñar ni siquiera cuesta tiempo.

Al fin, al fin somos nada y a la vez no importa. Captamos la esencia de volar, al fin.

Nos despintaron los muros, levantaron las rejas. No se puede caer nuestra vida, ahora todo va para arriba. No hay calles para circular en la ciudad de nuestras almas, no hay relojes en la ciudad de la eternidad.

Tocame: soy de carne y hueso. No existen reglas en la ciudad del amor. No existen el silencio ni el ruido, solo vale el amor. Y las luces no están, se las comió el cristal que se va a romper para ser más amor. No existen las huellas en la ciudad del silencio.

Ir volando, cayendo sin morir, creciendo en frases que alimentan el mañana, para mañana.


Nota al pie (de la letra):

Ciertamente, un gran amigo (y hermano de la vida) compartió este escrito. Este escrito que habla (y siente) esos sueños y emociones que le hizo sentir Luis (ya todos sabemos a quién nos referimos). Ya son varios post sobre "el flaco", por algo será che.

Gracias Jere por este bello escrito, gracias.

miércoles, 24 de junio de 2009

Para los árboles



Hace tan solo unos días atrás, me aventuré a escuchar una grabación. Una grabación en la que se escucha a un Javier Malosetti haciendo de las suyas con los sonidos graves. A un Wilzt marcando los tiempos (y algo más). A un Cardone ambientando el alma con sus teclados. Y un Luis jugando a ser y dedicando a la naturaleza algo más que respeto.

Luis
Qué decir de Luis. Su vida ha sido signada por un halo especial. Desde pequeña edad explayó sus sentimientos en melodías precisas y canciones bellas como "Barro tal vez", a los quince años. O la "oda" de un adolescente despidiendo a un niño que, aunque muchos creen que se fue, solo se hecho a dormir en "Plegaria para un niño dormido".

Sentir a Spinetta (y escribir sobre él) y su mundo es encontrarnos con un mundo de sensaciones. Y él, con sus líneas rítmicas inusuales de cualquier atadura estándar y letras que, para muchos, son "codificadas", logra erizar la piel.

Y eso es lo que él quiere, lograr sensaciones. Qué escuchar su música y su poesía inacabada, sea un momento exacto para olvidar las "Habladurías del mundo" y pensar que somos personas que volamos entre tanta gente de pie.

Y ahí va Luis. Volando, entre tanta gente que camina, en el siglo XXI. En dónde la música es el reflejo de aquella sociedad llena de odio, miedo y creencias drásticas de las últimas dictaduras. Por eso, él piensa que la música se ha destrozado, como se destrozó la piel, la carne y el alma. Entonces, será tiempo de surgir de las resacas "avefénicas" de todo. De donde surgieron aquellas cosas que, se sabe, forman parte de una flor intensa , nutriente. De una misma lírica que llegará a otro apogeo de creencia.

Ahí va, durmiendo en un cuerpo de mediodía, entre cisnes y dos murciélagos que cantan. Haciendo cuatro pasos hacia atrás. Pidiéndole que "lo esconda antes de que mire al mundo" porque entiende el lenguaje del cielo. Ahí va Luis, creyendo que, aunque las ciudades sigan cayendo, un niño siempre nace.

Y de sus manos salen raíces que nutren a cualquier mortal de algo más que una mirada perdida entre acordes y palabras incomprensibles. Nutren de belleza y sabiduría, como los árboles....para los árboles.

miércoles, 17 de junio de 2009

Allí va...en libertad


Se fue, se fue. Pero es feliz. Es feliz. Siempre mira más allá. Con esa capacidad única de los humanos (él es el más humano). Es amor, es odio. Es verdad, es mentira. Es mar, es río. Es toxicidad, es pureza. Es todo aquello que no se quiere ser pero se debe (o no). Es convicción, es potencialidad. Es aire, es asfixia. Es tolerancia, es restricción. Es pelado, es un extraño de pelo largo. Es energía, es tranquilidad (o paciencia). Es magía en la que creo. Es hombre, es mujer. Es diez personas, es una.

Y va, sin vestidos, sin tapujos. Enemigo de él mismo pero amigo de su corazón (y de su alma). Y ahí va, vencido pero vencedor del mundo que queremos tener pero que, a su vez, se escurre por las comisuras de nuestros dedos. Lo dibuja, lo da vueltas, lo escurre, lo seduce, le implora, lo perdona, le rie, le llora, lo siente, lo pierde, se le va, vuelve, juega, se aburre, vuelve a jugar y respira...

Y se sienta a mirar. Y lo observa. Lo juzga. Lo entiende. Lo duda. Le teme, lo respeta y lo desarma hasta comprender...

Y ya está. Se fue, se fue. Pero es feliz. Es feliz. Y cierra los ojos por última vez y respira sin más que una tremenda sensación de sentirse libre...

lunes, 8 de junio de 2009

Miedo


Y me golpeé la nariz, se que tengo nariz: para respirar ese agobiante calor de Enero.


Soy escéptico de mis posibilidades futuras y de las demás situaciones coyunturales que me llevaron a ser lo que soy hoy. Miedo, temor, rodillas que chillan cuál chicharras, manos transpiradas de frío. Miedo, en mi casa, en la ciudad, profundo, sin fin, hasta la carne, el alma pero a la vez epidérmico. El miedo se pega, se tatúa: como los que se tatúan el cuerpo, pero el miedo se tatúa, muchas veces, en los huesos. Espacio físico cada vez más pequeño, desalentador para mis ansias de vuelo, utopía para muchos, realidad para mí.


Mi nariz está latiendo de dolor pero no se ha roto ningún hueso, solo cambió de color. Como mi cuerpo por el sol de este hemisferio estival. Verano de pesadez impropia para estas épocas que corren. Por suerte, la aliada lluvia hace que todo se vuelva, de a poco, más palpable. Pero el miedo es latente. Potencialidad pagana de los vivientes y reales vividores del mundo. Acuerdo entre las partes para vivir: miedo vs. Fortaleza.


Y hoy estoy del lado del miedo, en su equipo; y no me gusta, no me siento cómodo aquí. Pero menos mal que siento, que siento miedo: quiere decir que vivo, que soy parte de lo tangible y lo intangible. De las desesperanzas, de los amores, de la luz.


Creo que es parte del todo. Hoy me duele la nariz, tenía miedo que se me partiera un hueso y solo se ha hinchado: ya estoy cambiando mi piel luego de estar quemada por el sol.

Notas del escritor:

Sensaciones varias luego de ver, en una noche de verano, “Réquiem para un sueño” y “Clockwork Orange” (La Naranja Mecánica). Obra magistral, la primera, de Darren Aronofsky (director de “Pi”); y, la segunda, del genial Kubrick (“Ojos bien cerrados”, “2001: Odisea del espacio”). Clásicos del cine. Películas que golpean (como a la nariz) y dejan marca.


Nos vemos pronto.

miércoles, 3 de junio de 2009

Reglas para volar


¿Nunca sintieron la necesidad de desplazarse por el aire como una hoja?, ¿nunca sintieron envidia de las palomas de la plaza, por qué ella se dan el lujo de bajar y caminar (total,saben que pueden salir volando si están en peligro)?


En fin, las palomas (o gaviotas..o cualquier ave. Las mariposas están permitidas siempre) puden cruzar las nubes; saltar de balcón en balcón. Irse a otro lugar, volver, y volverse a ir. Tantas veces las he mirado en su vuelo diurno; o cuando vuelven en primavera; o volando en la costa de las playas. Es su lugar en el mundo.


¡Sería fantástico poder volar! Les propongo que cierren los ojos y comiencen a imaginar esa sensación. Comiencen a sentirla en el estómago; escuchen su respiración, sientan que sube y baja; que infla el pecho, que el aire sale (y entra) por la nariz.


Ahora, sientan sus manos como plumas, livianas, sin prejuicios de nada; sin temor a quemarse en ideas banales o en los famosos "qué dirán". Imaginen que están yendo a un otro lugar y que sus pies están flotando, no hay nada debajo de ellos. Les recomiendo dejar los cordones desatados, si están con zapatillas, da una sensación de liberación y de no tener miedos a un buen golpe contra el suelo.


Sientan el aire como acaricia sus caras. Como los labios comienzan a secarse (no piensen en la manteca de cacao por favor) por el aire, y se les dibuja una sonrisa, ¿lo sienten?, ¿sienten ese vértigo de libertad en el cuerpo?, ¿pueden mirar el cielo más cerca? Estiren las manos y toquen las nubes. Si es de noche, les recomiendo sentir una estrella, su luz de paz. Sigan yendo, por donde quieran: pueblos, países, ciudades, casas, plazas, árboles, personas, caricias, llantos, sonrisas...vayan.


En fin, ya se han ido y yo estoy acá....terminando el escrito. Ahora, les digo un secreto: gracias a The Beatles y dos de sus canciones, se puede sentir esa sensación extraña pero reconfortable de sentirnos voladores por un momento. "Black Bird" y la bellísima "Across The universe" nos hacen aprender a volar entre tanta gente de pie, diría (y cantaría) el muchacho del "post" anterior.


Nos vemos.

P/d: Agregué un bello video (bajado de youtube). Lo encontró el gran Jeremías Burgo, y lo compartió conmigo. Ahora, lo comparto con todos. Omisión a las fotos del "que hizo" el video, jeje.





martes, 2 de junio de 2009

Ayer es mejor: Artaud para pocos


Hoy mis oídos viajaron a los 70. Aquellas épocas de Peronismos y dictaduras. Aquellos tiempos de colores psicodélicos y liberaciones interiores. Hoy me senté a degustar un buen vino con la voz de Luis Alberto Spinetta y ese disco sin forma lógica. En pocas palabras: libre.

Concebido en la década del 70, “Artaud” fue el disco emblema de la época. Con un power trio, Luis Alberto Spinetta se enfrentaba a la terrible sensación de sentirse libre, luego de tanta represión. Pero, el “mañana es mejor” que proclamaba el disco no esperaba que, tres años después, la libertad sería una vaga idea del pensamiento del “under” roquero.

La estructura de la tapa rompía los estándares de cualquier otro disco del momento: el formato cuadrado quedaba obsoleto; líneas informes, incómodos para muchos, un grito de libertad para otros tantos. Simplemente, denunciaba la falta de libertad y el sometimiento a la geometría industrial del resto.

Así era “Artaud”, un grito de libertad desaforado desde las mismas entrañas del joven Luis Alberto Spinetta. Así era, inspirado en aquel viejo poeta francés Antonin Artaud, que proclamaba al surrealismo como una revolución moral, un grito orgánico del hombre: “las palabras de nuestro ser contra toda coerción”.

Desgranar el disco es tratar de entender cuales son los ingredientes que conforman la categoría de libertad. Al hacerlo, nos damos cuenta que no hay nada, solamente una sensación única. Esa misma sensación que da escuchar cada pista: desde “Todas las hojas son del viento”, hasta “Las habladurías del mundo”


Respirar libertad

Volvía Perón y la democracia. Héctor Campora era elegido presidente y prometía una “Patria liberada”. Y la música expresaba ese sentimiento. Desde una contra-cultura, a la famosa música “complaciente” de los palitos y sandros, Miguel Abuelo, Rodolfo García, De Guercio (dos ex Almendra) se juntaban a conversar qué lugar iba a ocupar la música en los tiempos por venir. Ya Luis lo expresaba con “Artaud” y un manifiesto que acompañaba las presentaciones de Pescado Rabioso “Rock: música dura, la suicidada por las sociedad”; denunciando las profesionalización y el negocio duro del rock.

Volvía Perón y en las radios sonaba una “Cantata de puentes amarillos”, proclamando que “…todo camino puede andar…” y “…que las almas repudian todo encierro…”, de más de nueve minutos de duración o un “A Starota el idiota” que “…se quemará mirando el sol…”. Ese era Spinetta redimiendo su “auto-liberación” por su incapacidad de expresarse de manera más directa (como lo lograba el poeta francés) consigo y con los demás.

Esa “auto-liberación” sabía que “las palabras nunca son, lo mejor para estar desnudos”. Entonces, Luis logra desarticular la canción, el discurso poético, en “Por”, sujeta solo con sustantivos que surgían de las líneas melódicas.

Otro tema esencial era la maduración; y se expresa en el tema que abre el disco, “Todas las hojas son del viento”: algo así como una receta para roqueros que van madurando y armando una familia.

El paso del tiempo, para Artaud, significo ir reduciendo aquella proclamada libertad desde su formato informe: formato en cassette, cd, hasta mp3 guardado en un disco rígido. Aunque sigue vigente su alma, su ideología: hace poco fue elegido el mejor disco del rock nacional, tras cumplir cuarenta años. Algo así como un “ayer mejor”, todo lo contrario de lo que el álbum expresaba y nos enseñaba en el año 73.

En fin, esta placa de colores verdes, hace que uno logre sentarse a sentirse libre. Bella sensación utópica en los tiempos que corren. En dónde pensamos que somos libres por elegir lo que queremos comprar pero no, en lo que queremos hacer a nuestro ser.

Hasta luego.


Acordes sutíles


Muy bien. Aquí estamos en el primer escrito. Hoy me senté a descansar de tanto estudio y puse música. Decisión difícil si las hay: encontrar alguna placa (o canción) que logre dispersar mi mente. Buscando en mi “discoteca” encontré “El amor después del amor”. Gran disco de Fito Paez.

Este flaco rosarino, con antejos y movimientos totalmente desgarbados. Ese mismo que venía de preguntarse “y nadie sabe cómo vine a parar yo al Tercer Mundo”. Justo cuando había partido para la ciudad de las luces (ya que, sus discos, no tenían mucho éxito), le avisaron que vuelva porque, esa placa (Tercer Mundo), se estaba vendiendo y como. Con canciones como “Fue amor”, “Y dale alegría a mi corazón”, “El chico de la tapa”, Fito volvió y comenzó una serie de presentaciones que lo comenzaron a llevar a la cima.

Y la cima llegó, allá por el 92. Luego de conocer a su gran musa, Cecilia Roth, nos regaló un disco que ya mucho se ha escrito...solo hay que escucharlo.

Todo comienza con “El amor después del amor”; clara alusión al fin de relación con Fabiana Cantilo (ya plasmado en el “Fue amor”, del disco recién mencionado) y comienzo del amor con Cecilia, “para mi que es el amor, después del amor”. Luego, aparece el Fito “cinéfilo” con un “Dos días en la vida”, relato-crónica de la película “Thelma y Louise”. Después de ese viaje a diezmil por hora con “las chicas...Thelma y Lousie”, viajamos a “La Veronika” y una voz angelical de Luis Alberto Spinetta sobre el final de la canción. Caminamos por las calles de Roma (dicen que todos los caminos conducen a ella; yo caminé varios ya y siempre termino en otro lugar...nunca en Roma), hasta chocarnos con el “Tráfico por Katmandú”. Y ahí si que nos mueve y nos dice algo que a veces no queremos escuchar “dime Dios, hay stop...donde estés dímelo”.

Así, entramos en la melodía del “Pétalo de sal”. Yo creo que se toca el cielo con la punta de los dedos en ese instante; aunque muchas veces le decís “y decirte que te extraño y voy a verte feliz”...está lejos. Lejos como “Sasha, Sissí y el círculo de baba”, bella canción de solo cuatro acordes.

Y bueno, ahora Fito sabotea toda sensación de amargura, de sentimiento retorcido para decirnos que la vió, juntando margaritas del mantel...”y yo no buscaba a nadie y te vi”¡Ahí estabas che! Nada que decir sobre esa canción que muchos quisieran escribir y cantar, o no. Simplemente para no caer en las “Tumbas de la gloria”; hermosa canción para su madre (aunque muchos no lo sepan) muerta cuando él era un niño aún.

Y comenzamos a girar por “La rueda mágica” y algunos recuerdos que todos tenemos. Ahora bien, “Creo” es algo que te eleva a la seguridad de creer que “la muerte es una sensación y la vida podría serlo...solo que es mucho más real”. Algunos enamorados, se pondrán a llorar “Detrás del muro de los lamentos”; otros escucharán la voz de Mercedes Sosa y sabrán que la redención es cosa seria. Como esa Balada a Donna Helena, prostituta que la levantamos en la calle para “falar y falar” (esta canción fue un bello medio metraje).

Y quedan solo dos canciones...una que, sinceramente, siempre me encuentra parado en diferentes posiciones; tanto mi alma como corazón: “Brillante sobre el mic” una preciosa canción que nos recuerda que el amor es cosa seria che; y nos hace llorar, nos hace vivir, nos da tiempo, nos da lugar, nos lleva, nos trae, nos fuga, nos calla, nos aturde y nos hace actuar para dejar de hacerlo y dar amor.

Por último nos invita a comenzar a caminar, o a rodar, o lo que sea si total “todo empieza siempre una vez más” y nunca sabemos donde va nuestra vida.

En fin, hoy me encontré (nuevamente) con este disco. Lo compré hace ya diez años y, cada vez que lo escucho hace que algo cambie en mí ser. A veces, cuando estoy desprotegido logra cobijarme en sus melodías exactas. Otras, cuando estoy seguro, logra darme un nuevo punto de vista, para no pecar de soberbia vital.

Me despido sin antes no decir mi canción preferida de este disco. Digamos que es un tanto difícil elegir...pero hoy, en este día, hora, minuto y segundo es: “El amor después del amor”.


Nos vemos.



Bienvenidos

Este es un lugar de clivaje para las sensaciones que me produce el arte en todas sus expresiones. Siempre pensé que las críticas a películas, discos, cuadros, etc son tan banales y llenas de nada. Simplemente porque cada uno vive un presente y esa canción, esa película, esa obra de teatro nos choca y nos brinda una sensación única y personal en ese instante. Cuántas veces hemos leído un libro más de una vez; y la primera vez sentimos desde un lugar y, a la otra, desde otro.

Esta es la humilde propuesta de este blog: cómo sentimos cuando el arte nos ataca, en un espacio y tiempo determinado de nuestras vidas.

Saludos,

Julio Linares