Hace tan solo unos días atrás, me aventuré a escuchar una grabación. Una grabación en la que se escucha a un Javier Malosetti haciendo de las suyas con los sonidos graves. A un Wilzt marcando los tiempos (y algo más). A un Cardone ambientando el alma con sus teclados. Y un Luis jugando a ser y dedicando a la naturaleza algo más que respeto.
Luis
Qué decir de Luis. Su vida ha sido signada por un halo especial. Desde pequeña edad explayó sus sentimientos en melodías precisas y canciones bellas como "Barro tal vez", a los quince años. O la "oda" de un adolescente despidiendo a un niño que, aunque muchos creen que se fue, solo se hecho a dormir en "Plegaria para un niño dormido".
Sentir a Spinetta (y escribir sobre él) y su mundo es encontrarnos con un mundo de sensaciones. Y él, con sus líneas rítmicas inusuales de cualquier atadura estándar y letras que, para muchos, son "codificadas", logra erizar la piel.
Y eso es lo que él quiere, lograr sensaciones. Qué escuchar su música y su poesía inacabada, sea un momento exacto para olvidar las "Habladurías del mundo" y pensar que somos personas que volamos entre tanta gente de pie.
Y ahí va Luis. Volando, entre tanta gente que camina, en el siglo XXI. En dónde la música es el reflejo de aquella sociedad llena de odio, miedo y creencias drásticas de las últimas dictaduras. Por eso, él piensa que la música se ha destrozado, como se destrozó la piel, la carne y el alma. Entonces, será tiempo de surgir de las resacas "avefénicas" de todo. De donde surgieron aquellas cosas que, se sabe, forman parte de una flor intensa , nutriente. De una misma lírica que llegará a otro apogeo de creencia.
Ahí va, durmiendo en un cuerpo de mediodía, entre cisnes y dos murciélagos que cantan. Haciendo cuatro pasos hacia atrás. Pidiéndole que "lo esconda antes de que mire al mundo" porque entiende el lenguaje del cielo. Ahí va Luis, creyendo que, aunque las ciudades sigan cayendo, un niño siempre nace.
Y de sus manos salen raíces que nutren a cualquier mortal de algo más que una mirada perdida entre acordes y palabras incomprensibles. Nutren de belleza y sabiduría, como los árboles....para los árboles.
Luis
Qué decir de Luis. Su vida ha sido signada por un halo especial. Desde pequeña edad explayó sus sentimientos en melodías precisas y canciones bellas como "Barro tal vez", a los quince años. O la "oda" de un adolescente despidiendo a un niño que, aunque muchos creen que se fue, solo se hecho a dormir en "Plegaria para un niño dormido".
Sentir a Spinetta (y escribir sobre él) y su mundo es encontrarnos con un mundo de sensaciones. Y él, con sus líneas rítmicas inusuales de cualquier atadura estándar y letras que, para muchos, son "codificadas", logra erizar la piel.
Y eso es lo que él quiere, lograr sensaciones. Qué escuchar su música y su poesía inacabada, sea un momento exacto para olvidar las "Habladurías del mundo" y pensar que somos personas que volamos entre tanta gente de pie.
Y ahí va Luis. Volando, entre tanta gente que camina, en el siglo XXI. En dónde la música es el reflejo de aquella sociedad llena de odio, miedo y creencias drásticas de las últimas dictaduras. Por eso, él piensa que la música se ha destrozado, como se destrozó la piel, la carne y el alma. Entonces, será tiempo de surgir de las resacas "avefénicas" de todo. De donde surgieron aquellas cosas que, se sabe, forman parte de una flor intensa , nutriente. De una misma lírica que llegará a otro apogeo de creencia.
Ahí va, durmiendo en un cuerpo de mediodía, entre cisnes y dos murciélagos que cantan. Haciendo cuatro pasos hacia atrás. Pidiéndole que "lo esconda antes de que mire al mundo" porque entiende el lenguaje del cielo. Ahí va Luis, creyendo que, aunque las ciudades sigan cayendo, un niño siempre nace.
Y de sus manos salen raíces que nutren a cualquier mortal de algo más que una mirada perdida entre acordes y palabras incomprensibles. Nutren de belleza y sabiduría, como los árboles....para los árboles.
La condiciòn de sentir casi todo sin decir..
ResponderEliminarEscóndeme, antes de que mire al mundo...
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