miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crónica y delirios de un escritor

Día 10 -parte uno-

Ya no sentía nada. Mi cuerpo era tan diáfano. No formaba sombra alguna. Una pluma eran diez mil quilos de hierro. Ya no sentía nada. Solo podía mirar en el espejo mi cara. Desdichada, fútil, impropia de la realidad. Solo miraba en el espejo todos los momentos que pasaron hasta hoy, vaya a saber el día que es. Solo miraba miles de moscas volando arriba de mi pelo. Solo miraba en el espejo el fin, y el comienzo, de esto que soy hoy: nada.

Mis pies ya no sabían para donde ir, estaban acostados sobre dos pantuflas que eran propiedad de alguien. Las encontré en el pasillo de mi edificio. Hacía más de cinco días que estaban en el basurero. Eran de mi talla y se vinieron conmigo. Mis pies ahí estaban, en el lugar de otra persona. Vestidos con la ropa de otros pies, reflejándose en el espejo. El espejo dice más de lo que uno puede pensar. Nos muestra que hay detrás de nosotros. Nos muestra mirando para atrás, nos muestra en la posición inversa. Nos muestra que somos: a nosotros. Me muestra a mí. Pálido, sin aire. Sin color alguno en mi piel. Hace días que no salgo de estas cuatro paredes (o cinco, o seis). He desvariado más de la cuenta, ya no se si es ficción o es realidad ¿Quién soy? ¿Soy de verdad? ¿Puedo respirar? ¿Soy el personaje que estaba buscando? ¿Al fin lo encontré? ¿Soy de ficción? Si, si. Soy una creación de mi propia mente. Soy una creación de todo esto, de cada uno de nosotros, de todos. Si, soy de ficción. Yo no soy así. Yo tengo un nombre y familia. Soy una persona como todas. Como, corro, camino, duermo, vivo, respiro. Soy parte de este cuento. Soy una creación de mi razón. Yo no soy. Él debe ser el personaje que siempre busqué. Yo estoy acá, escribiendo desde acá. Al fin te encontré. Lo siento, sos vos...soy yo.

Subo todas las escaleras de mi mente, como el cuadro de Escher. Llego hasta el fin, llego a la terraza. Siento el aire en mi piel, mejor dicho él siente el aire en la piel. Le hace mal, lo corrompe. Lo intoxica el aire que los demás respiran. Tiene puesto un sobretodo gris. Siento calor, mejor dicho él siente calor. Transpira y quiere respirar pero le da asco el olor a toda la ciudad. Vomita.
Comienza a caminar por la cornisa. Me siento el mejor equilibrista, el que mantiene el equilibrio más tiempo. He caminado con los cordones desatados por miles de cornisas; mejor dicho, él camina.

Falta poco, ya falta poco. La noche se acerca y aparecen diez personas en el lugar. Mis padres y su mirada altiva. Mi vecino vomitivo. El violador desquiciado. Todos con un cartel en su frente con palabras:

muerte – miedo – negro – blanco – flash – oscuro – televisión -dinero - realidad - ficción – yo - él


1 comentario: